Para vivir no quiero…

Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!

Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
«Yo te quiero, soy yo».

Pedro Salinas,
La voz a ti debida, 1933

 

El poema forma parte del libro La voz a ti debida, publicado en 1933, uno de la trilogía que, junto a Razón de amor (1936) y Largo lamento (1938), el autor dedica al amor. Dentro del grupo de la Generación del 27, Pedro Salinas es un claro representante de la poesía pura y este poema es una muestra clara de ello: búsqueda de lo esencial, de lo inmutable, a través de las palabras justas y exactas, sin adornos retóricos.

El tema del poema es el amor entre dos personas, pero el amor despojado no solo de lo innecesario y superfluo, de todo lo accesorio, sino de aquello que, incluso siendo profundamente humano (el nombre, la historia…), no puede formar parte de la esencia profunda del amor.

En esta búsqueda de lo esencial, el autor se sirve del juego entre los pronombres personales de primera y segunda persona (¿qué puede ser más esencial que representar a dos amantes con el «yo» y el «tú» despojados de todo lo demás?). Y opone la «desnudez» de los pronombres a diversas enumeraciones que expresan todo aquello con lo que «vestimos» la vivencia del amor (islas, palacios, torres… los trajes, las señas, los retratos… los nombres, los rótulos, la historia). El estilo nominal (uso, sobre todo, de nombres) subraya la búsqueda de la esencia, sin calificativos ni adornos, de aquello que el poeta quiere expresar. Los adjetivos apenas aparecen para definir a la amada: «pura, libre, irreductible», que siempre termina siendo «tú». 

Esta expresión de la esencia del sentimiento amoroso que comparte Salinas nos hace pensar que el poeta habla más de la idea del amor que de una relación amorosa en particular.

María Moreno